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domingo, 28 de febrero de 2016

La historia oculta de la familia Trump


En el año 1885, el adolescente alemán de 16 años , Friedrich Trump, se bajó de un barco en Manhattan, Nueva York, con la única maleta que traía de Europa.

latercera.com

Venía de una ciudad al sur de Alemania, Kallstadt, donde su familia se dedicaba a la viticultura. Friedrich Trump se había entrenado para ser un barbero, luego de rechazar rotundamente participar en la cosecha de uvas. El tenía otros planes: hacerse rico. Ciento treinta años después, su apellido puede verse en varios edificios de la Gran Manzana y su imperio familiar revela que logró su objetivo con creces.

El abuelo inmigrante de Donald Trump es un elemento clave para entender al hombre que hoy lidera las encuestas para convertirse en la opción conservadora a la Presidencia de Estados Unidos.

Friedrich comenzó su negocio con restaurantes que tuvieron un éxito inmediato por tener alcohol, buena comida y acceso a prostitutas. En plena fiebre del oro y mientras algunos empresarios intentaban enriquecerse emprendiendo con minas, Friedrich se enfocó en los mineros y sus necesidades y acertó. “Su abuelo vio que los consumidores eran los mineros, habían muchos hombres solteros que venían de todo el mundo. El abuelo de Trump le dio a los mineros lo que querían”, aseguró a La Tercera una de las principales biógrafas de la familia Trump, Gwenda Blair.

Su hijo Fred, el padre de Donald, hizo sus negocios en Bienes Raíces. Según Blair, era muy bueno encontrando “lagunas legales”, que lo hicieron triunfar en el mundo inmobiliario.

Tanto Friedrich como su hijo Fred veían el éxito como el único camino posible, sin importar cómo conseguirlo, cualidad que según algunos analistas podría haber heredado el precandidato. “La cultura familiar del lado de su padre es muy competitiva y muy dura. Siempre se han enfocado en ver quién es el consumidor y qué quiere. En el caso de Donald, es lo mismo pero con los votantes”, explica Blair.

La oveja negra

Pero no solo historias de éxito han marcado a la familia Trump. Antes que Donald, quien debía heredar el imperio Trump era Fred, su hermano ocho años mayor, más conocido como Freddy, un piloto de aviones, alegre, atractivo y auto destructivo que murió tras una batalla perdida contra el alcoholismo en 1981, a los 43 años.

A pesar de ser el segundo hijo, Donald era el favorito, y quien deseaba heredar el imperio de los bienes raíces. Se veía como un heredero no natural, pero sí más lógico para construir un legado familiar en Nueva York y el mundo.

“Freddy era el hijo mayor. Donald era el segundo. Las expectativas que ellos tenían cuando eran niños, era que Freddy sería el que iba a hacerse cargo del negocio. Sería el más importante, el heredero. Pero incluso desde temprana edad, según lo que me contaron sus compañeros de colegio, Freddy no tenía material para ser jefe”, explica Blair a este diario.

La experiencia de Freddy en el negocio de bienes raíces lo hizo miserable. “Era divertido, encantador, no era particularmente un buen estudiante y no estaba interesado en ser agresivo, no estaba interesado en dirigir el show. No tenia interés en los negocios, quería ser piloto”, dice Blair.

Freddy también difería con su familia en otras temas: era mucho más acogedor con los outsiders y las minorías, imagen que no calza con algunas de las propuestas electorales que su hermano Donald ha prometido, como la construcción de un muro en la frontera mexicana e incluso prohibir la entrada de musulmanes a Estados Unidos.

Cuando Freddy entró a la U. de Pennsylvania se unió a una fraternidad judía. “Ese debe haber sido el primer intento para diferenciarse de su padre”, aseguró su mejor amigo de esa época, Bruce Terry, al diario The New York Times, que recordó que Freddy aseguraba que su padre, hijo de un inmigrante alemán, era judío.

En 1960, cuando Donald entró en la Universidad, su padre comenzó a construir Trump Village, un proyecto en Coney Island, el primero que tendría el nombre familiar y el cual estaría a cargo de Freddy. Sin embargo, no funcionó. El patriarca se enfureció con él por cambiar las ventanas del proyecto en vez de reparar las viejas. Freddy dejó los bienes raíces y se dedicó a volar, pero pronto empezó a beber en exceso. Donald, lo criticaba y lo instaba para que volviera al negocio.

“Era muy joven y no me di cuenta”, confesó Donald sobre el tema al Times. “Ahora doy discursos de éxito y le digo a las personas ‘tienen que amar lo que hacen’”.

Para cuando Donald se graduó en 1968, la salud de Freddy se había deteriorado y murió poco más de una década más tarde. Años después, cuando el patriarca familiar, Fred padre, falleció en 1999, los hijos de Freddy no fueron reconocidos en el testamento.

“Habría sido un excelente negociador de paz si no hubiera tenido ese problema, ya que todo el mundo lo quería. Es como lo opuesto a mí”, reconoció Trump.


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